La esquiadora alpina norteamericana Lindsey Caroline Vonn celebraba la semana pasada su medalla de bronce en la modalidad de descenso olímpico en los Juegos Olímpicos de PyeongChang. A pesar de que ya había ganado el oro hasta cuatro veces, esta medalla esconde una historia increíble de superación, donde la fisioterapia jugó un papel clave: un año antes no podía ni mover la mano.
Lindsey Vonn, de 33 años, sufrió un terrible accidente en Colorado, en los Estados Unidos. Su brazo derecho se rompió afectando también al nervio. Vonn, que ya había sufrido lesiones graves anteriormente confió enseguida en su fisioterapeuta Lindsay Winninger, que tuvo que desarrollar un proceso de recuperación empezando por lo más básico: empezar a mover la muñeca y los dedos de la mano.
Cada pequeño paso era importante, Lindsey empezó a mover los dedos, después pudo estirar la mano. Posteriormente se atrevió a levantar los primeros pesos y a realizar los primeros movimientos de rotación, Vonn tuvo que aprender a hacer de nuevo todos los procesos cotidianos.
Poco a poco, más de 300 horas de sesiones de fisioterapia después, Vonn se pudo recuperar y participar en los Juegos Olímpicos de PyeongChang, donde incluso ganó una medalla. Después de la competición declaró: ‘Quería ganar por mi abuelo, pero estoy contenta por el podio, esta ha sido mi última bajada’.
La recuperación de deportistas de élite es una de las salidas laborales del Grado en Fisioterapia de la Escuela Universitaria de la Salud y el Deporte (EUSES-URV). Casos de éxito como los de Lindsey Vonn nos ayudan a entender el importantísimo trabajo del fisioterapeuta, capaz de revertir una situación totalmente desfavorable en apenas un año.